Dismorfia corporal: una batalla silenciosa

La dismorfia corporal, también conocida como trastorno dismórfico corporal (TDC), es una condición mental que se caracteriza por una preocupación excesiva y obsesiva por un supuesto defecto o imperfección en la apariencia física de una persona. Aunque este «defecto» puede ser imperceptible para los demás, la persona que lo padece lo percibe de manera intensa y esto puede generar un malestar significativo en su vida diaria.

Los síntomas de la dismorfia corporal pueden variar, pero incluyen la constante preocupación por el aspecto físico, la comparación excesiva con los demás, evitar situaciones sociales o evitar que los demás vean la parte del cuerpo percibida como defectuosa, y realizar comportamientos repetitivos como mirarse al espejo de manera compulsiva o buscar constantemente validación de otros sobre su apariencia.

El tratamiento de la dismorfia corporal generalmente incluye una combinación de terapia cognitivo-conductual (TCC) y, en algunos casos, medicación. La TCC se centra en ayudar a la persona a identificar y cambiar los patrones de pensamiento negativos y distorsionados sobre su apariencia, así como en desarrollar habilidades para afrontar la ansiedad y el malestar asociados. Además, se trabaja en mejorar la autoestima y la confianza en uno mismo.

La medicación, en particular los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), puede ser útil en algunos casos para reducir la ansiedad y la obsesión asociada a la dismorfia corporal.

Es importante destacar que el apoyo de profesionales de la salud mental es fundamental en el tratamiento de la dismorfia corporal. La comprensión y el apoyo de familiares y amigos también juegan un papel crucial en el proceso de recuperación. La detección temprana y la búsqueda de ayuda profesional son clave para ayudar a las personas a superar esta condición y mejorar su calidad de vida.